Quise
escribir con el alambre del espino en la boca
y
en cada nudo tragar el pensamiento
tragarlo
y salir indemne el amor
sin
duda
para
otro dejo el comienzo creíble de la fuga
y
no reconocerlo, erupción, sondeo, luz.
Quise
perforar la alabanza para no disimular el silencio
y
llegar a lo intangible esta vez secar
algaradas
y belleza pura, razón de ser
figúrate
al verdugo.
Vil
dualidad; melancolía.
Pero
el hombre vive de las profundidades incapaz de poseer
lo
inacabado
asume
la insoportable piedad de sí
y
sus hijos
cuelgan
de las ventanas hasta revelar la sangre
como
copias del mismo asco.
No
es fábula este existir que acepta mi voz y
acata
esta vez lo que digo
pues
el movimiento es imagen
y
mi imaginación el frío de la realidad.
No
es nómada quien os habla y glosa
el
antes y el después
ni
los jalones monótonos que triunfan ayer,
hoy,
mañana
pastoral
que debáis refutar
¿Porqué
habría de existir esperanza?
Adoráis
las imágenes como aborígenes en celo
y
os digo
en
mí vive el viento y la estela de un humus
fuera
de las palabras, cremación
del
pretexto. Estéril sonrojo.
Broma
pesada que recuerda holocaustos.
De
nada servirá el tribunal pues es lícito
soñar
la
decadencia florecerá al fin
los
patíbulos de los ídolos a semejanza
respondiendo
al unísono vientre inmundo
no
es
mundo, es efecto estar solos así por cuenta propia
mundo, es efecto estar solos así por cuenta propia
inmunes,
es, creemos, causa justa
casta
haber
separado al enemigo del vil
tras
innumerables nacimientos
creímos
acabar con el verdugo.
Hacerlo
fantasma. Eso pensamos.